El aire en
contacto con ese suelo frío se enfría y a su vez se vuelve más denso que el
aire que le rodea; entonces la gravedad le obliga a descender por la
pendiente del terreno y se establece un flujo de aire
descendente. El aire permanece en contacto con el suelo frío y continúa
perdiendo calor; por lo tanto el calentamiento no es adiabático (intercambia
calor con el medio) y el movimiento continúa.
En general,
este tipo de brisa de montaña es bastante débil. Sin embargo, en ciertos casos,
cuando la pendiente es fuerte y lisa, puede alcanzar una fuerza considerable.
Esto es lo que ocurre cuando la superficie está cubierta de nieve o de hielo,
algo que es muy habitual en la Antártida. En caso de que las montañas estén
próximas al mar, la brisa de montaña puede reforzar la brisa de tierra durante
la noche provocando en el mar vientos de tierra muy fuertes.
Son conocidos localmente como Santa Ana (el sur de California), el Mistral
(Mediterráneo), el Bora (el mar Adriático), Oroshi (Japón), Pitaraq
(Groenlandia), y el Williwaw (Tierra del Fuego). El Williwaw y los vientos que
viajan sobre la Antártica son particularmente peligrosos, volando más de 100
nudos a veces.