Se trata del primer
estudio que demuestra que el tirón gravitacional de la Luna también pone un
ligero freno a las precipitaciones.
Cuando la luna está alta en el cielo, crea
protuberancias en la atmósfera del planeta que a su vez genera cambios casi
imperceptibles en la cantidad de lluvia que posteriormente cae. Así, una nueva
investigación llevada a cabo por científicos de la Universidad de Washington (EE.UU.) pone de manifiesto la
influencia -aunque ligera- de las fases de la Luna sobre la lluvia.
“Por lo que
yo sé, este es el primer estudio que conecta de forma convincente la fuerza de
las mareas de la luna con
las lluvias”, afirma Tsubasa Kohyama,
líder del estudio.
Los
investigadores se encontraban estudiando las ondas atmosféricas cuando notaron una ligera oscilación en la presión del aire; tras dos años rastreando este
fenómeno, descubrieron que estos cambios de presión así como la temperatura,
estaban vinculados a las fuerzas lunares. Para confirmar que efectivamente la
presión del aire en la superficie variaba con las fases de la Luna, los
científicos utilizaron una rejilla global de datos durante todo el tiempo que
duró el estudio, que cotejaron con una base de datos de 15 años de la NASA y los datos sobre lluvias tropicales recopilados por
la Agencia Japonesa de Exploración Espacial.
Cuando la
luna está en la posición más alta en
el cielo, la presión del aire es superior. Esto sucede porque
la gravedad de la Luna hace que la
atmósfera de la Tierra se abulte hacia ella, por lo que el peso de la atmósfera en ese lado del planeta sube.
Una presión más alta también hace que aumente la temperatura del aire. Al estar
el aire más caliente también puede contener más humedad y por ello
encontrarse más lejos de su capacidad
relativa de humedad.
“Es como si
el contenedor se hiciera más grande a mayor presión. La humedad relativa afecta
a la lluvia, porque una humedad más baja es
menos favorable para la precipitación”, explica Kohyama.
En concreto, la lluvia es un 1% más ligera cuando la luna está alta.
“Nadie debe llevar un paraguas solo porque la luna esté alta”, explica Kohyama
pero, este dato podría ser utilizado para probar los modelos climáticos y
seguir explorando el hecho de si la frecuencia de las tormentas muestra
alguna conexión lunar.
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