Un nuevo estudio publicado esta semana ofrece más datos que respaldan la teoría de que el aumento de los gases de efecto invernadero en la atmósfera probablemente está propiciando que haya más fenómenos extremos.
La investigación, publicada en Scientific Reports, sostiene que el calentamiento causado por la emisión de gases de efecto invernadero originados por el uso de combustibles fósiles crea condiciones favorables para las sequías y las inundaciones. Grandes masas de aire dan vueltas alrededor de la Tierra, elevándose y bajando entre el Ártico y los trópicos. Estas masas de aire planetarias transportan calor y humedad y, cuando se quedan quietas, pueden dar lugar a sequías o inundaciones.
Los científicos que firman este trabajo ponen como ejemplos la larga sequía de California de 2016, las olas de calor de EEUU en 2011 y de Europa en 2003, o las inundaciones de Pakistán de 2010. "Hemos llegado tan cerca como se puede llegar para demostrar un vínculo directo entre el cambio climático y una gran variedad de fenómenos meteorológicos extremos recientes", afirma Michael Mann, investigador de la Universidad Estatal de Pensilvania.
Sequías e inundaciones
Los movimientos del aire se ven en gran parte influenciados por las diferencias de temperaturas entre el Ecuador y los polos. Debido a que el Ártico se está calentando más rápido que otras regiones, esta diferencia de temperatura está disminuyendo. Asimismo, las masas terrestres se están calentando más rápido que los océanos, especialmente en verano. Estos dos cambios, dicen los autores del estudio, tienen un impacto en los movimientos del aire globales, que incluyen esas corrientes de aire gigantescas que dan la vuelta al globo.
Según detalla Kai Kornhuber, otro de los coautores de la investigación, para analizar los cambios que se han producido utilizaron sobre todo los registros de temperatura disponibles desde 1870 pues "los datos de satélite de calidad se recogen desde hace relativamente poco tiempo". Tras usar docenas de modelos climáticos diferentes -simulaciones por ordenador denominadas CMIP5-, concluyeron que la distribución de las temperaturas que favorece que las corrientes de aire planetarias propicien esos fenómenos extremos ha aumentado casi un 70% desde el comienzo de la era industrial. El mayor impacto, añaden, se ha producido en las últimas cuatro décadas.
"Si las mismas condiciones meteorológicas persisten durante semanas en una región, los días soleados pueden convertirse en una seria ola de calor o en una sequía, y las lluvias continuadas en inundaciones", explica Stefan Rahmstorf, investigador del Instituto para la Investigación del Impacto Climático de Potsdam (Alemania) y coautor del estudio.
"Necesitamos investigar más esta cuestión porque aunque tenemos buenas pruebas también hay muchas cuestiones abiertas", afirma por su parte Dim Coumou, de la Universidad de Amsterdam que subraya, no obstante, la importancia de evitar el calentamiento propiciado por la acción del hombre. Porque de lo que no hay duda, argumenta, es de que "podemos limitar los riesgos asociados al incremento de fenómenos extremos si limitamos la emisiones de gases de efecto invernadero", afirma.