El 50% del fósforo que se emite a la atmósfera proviene de la actividad humana.
Casi el 50% del fósforo que actualmente se emite a la
atmósfera proviene de la actividad humana, básicamente de quemar carbón y
biomasa, cuando hasta ahora se creía que era sólo el 5%.
La cantidad total de fósforo emitido a la atmósfera se ha
incrementado un 30% en los últimos cincuenta años, como consecuencia de haberse
doblado las emisiones producidas por los seres humanos.
También cabe señalar que, actualmente, el 43% del fósforo
antropogénico emitido a la atmósfera proviene de China, mientras que las
emisiones por parte de Europa han ido disminuyendo año tras año.
El fósforo es un nutriente esencial para la vida y juega,
además, un papel fundamental en la agricultura y en la seguridad alimentaria
mundial. Se encuentra en reservorios minerales y en los seres vivos, pero
también, a pesar de ser mucho menos conocido, circula por la atmósfera.
Hasta antes de la era industrial, el fósforo se emitía a la
atmósfera de forma natural, gracias a las explosiones volcánicas, a la emisión
de aerosoles biogénicos, al transporte de polvo continental y de sal marina, y
a los incendios forestales.
El fósforo es un nutriente limitante para el crecimiento de
las plantas. Si hay mucho fósforo el suelo es fértil, las plantas crecen, fijan
más CO2 de la atmósfera y disminuye el efecto invernadero que provoca este gas.
Pero en la actulidad, el ciclo del fósforo está fuertemente
perturbado, más de lo que pensábamos, lo que abre la posibilidad de que haya
muchos más ecosistemas que se están fertilizando gracias al fósforo atmosférico
que se deposita en el mar y sobre todo en el suelo, especialmente bosques
tropicales y subtropicales de Asia y de África.
Si estos ecosistemas se fertilizan y potencian su capacidad
de crecimiento y de almacenamiento de carbono, significa que el fósforo
atmosférico está modificando más el ciclo del carbono de lo que se había
estimado hasta ahora.
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