Unos turistas hacían un itinerario en barco por la costa noreste de Siberia el pasado 23 de noviembre cuando observaron en la isla de Wrangle lo que, desde lejos, parecían ser un montón de pequeños bloques de hielo en tierra firme. Al aproximarse, comprobaron que se trataban de unos 200 osos polares que se habían reunido en el mismo punto de la isla, un santuario de verano para estos animales, para devorar el cadáver de una ballena arrastrada por las corrientes.
"Todos estábamos atónitos", ha explicado Alexandre Gruzdev, director de la reserva natural de la isla Wrangel. El grupo de osos que se alimentaba del cetáceo estaba formado por varias familias, incluyendo dos madres seguidas cada una por cuatro oseznos, algo que raramente puede verse, según ha explicado Gruzdev. "Una ballena representa un verdadero regalo para ellos: varias decenas de toneladas de alimento, lo suficiente para varios meses", ha señalado.
"Son animales ingeniosos y capaces de adaptarse, pero el número de osos polares que tenemos en la actualidad en el Ártico no puede mantenerse en tierra", ha advertido el experto estadounidense. Las crecientes dificultades para cazar focas les fuerzan a alejarse del Ártico para buscar otras presas, como bueyes almizcleros o roedores. Sin embargo, ninguno de ellos tiene el mismo aporte calórico que la grasa de foca, que les permite aguantar los largos inviernos árticos.
Se conocen casos de osos polares que se han acercado a pueblos en Rusia en busca de alimento. Este año, algunos esqueletos de morsa llegaron flotando hasta Ryrkaipi, un pueblo de 600 habitantes situado a 200 kilómetros de la isla de Wrangel, y atrajeron a los osos. Uno de ellos "rompió la ventana de una casa", ha indicado Viktor Nikiforov, experto y coordinador del centro ruso de mamíferos marinos. La localidad se puso en alerta, prohibió a los niños que fueran a pie a la escuela y canceló algunos actos públicos, antes de alejar los esqueletos del pueblo con grúas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario