La
contaminación del aire, de los ríos y las tierras de cultivo en China es de tal
magnitud que no solo amenaza el crecimiento económico y la salud pública:
también la estabilidad política. El creciente descontento social ha convertido
el combate a la polución en prioridad política del Gobierno de Xi Jinping.
El 1 de enero
entra en vigor una nueva versión de la Ley de Protección Medioambiental, la
principal en este ámbito, que prevé multas mucho más fuertes a quienes
contaminen y a los funcionarios que lo toleren.
Durante una
semana, los cielos habitualmente sucios de la capital fueron de un azul
brillante. Para garantizar un aire prístino durante la reunión, las autoridades
impusieron medidas como la prohibición de circular a la mitad de los vehículos
de la capital cada día y el cierre de fábricas en 200 kilómetros a la redonda.
El azul no es
el color habitual del cielo en la mayor parte de China. El ex ministro de
Sanidad Chen Zhu calculaba en enero pasado que cada año mueren prematuramente
entre 350.000 y 500.000 chinos debido a la contaminación.
Y no es solo
el aire. Según ha admitido el Gobierno, el 20% del suelo de cultivo está
contaminado, al igual que el 60% del agua en superficie, algo que ha comenzado
a impactar una economía que se ralentiza. El malestar de la población del país
con respecto a la polución es cada vez mayor, algo tangible en las redes
sociales y en las frecuentes manifestaciones de protesta por motivos
medioambientales.
Los efectos en
la economía y el descontento social han obligado al Gobierno a reaccionar.
En septiembre
de 2013, China lanzó un amplio plan nacional de lucha contra la contaminación.
Y en marzo pasado el primer ministro, Li Keqiang, declaraba la “guerra a la
polución”, que aseguraba que se combatirá “con el mismo vigor con que nos
enfrentamos a la pobreza”.
Las medidas
parecen haber comenzado a arrojar cierto fruto. Un estudio de Greenpeace indica
que en el primer semestre de este año la contaminación en Pekín descendió casi
un 10% con respecto al año pasado. El consumo de carbón que representa dos
tercios de la cesta energética china descendió este octubre por primera vez en
la historia moderna.
FUENTE:EL
PAÍS.
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