Hagan lo que hagan los políticos en sus cumbres contra
el cambio
climático, buena parte de las especies del
planeta están ya condenadas a desaparecer. Una revisión de los últimos estudios
que han analizado la relación entre el calentamiento global y la biodiversidad
muestra que, en el peor de los escenarios, una de cada seis especies de
animales y plantas se extinguirá. Aunque la debacle afectará a todas las ramas
del árbol de la vida, geográficamente se cebará con América del Sur y Oceanía.
Los últimos informes del Grupo Intergubernamental de
Experimento del Cambio Climático (IPCC) dibujan una serie de escenarios para finales de
siglo, las llamadas trayectorias de concentración representativas (RCP). El
destino final de cada trayectoria es una determinada concentración de dióxido
de carbono y, como gas de efecto invernadero que es, un aumento de la
temperatura asociado.
Aunque las especies endémicas son las más expuestas a
la extinción, todos los órdenes de la vida serán afectados
Ambas rutas son las que están ganando más aceptación
entre los científicos del clima. Eso significa que en el segundo caso (donde la
temperatura media subiría por encima de 4º), una de cada seis especies del
planeta tendría muchas papeletas para desaparecer. Pero es que, incluso siendo
muy optimista, con un aumento de solo 2º (el objetivo de cada cumbre
climática), el riesgo de extinción afectaría al 5,2% de las especies.
El daño que el cambio climático está haciendo a la
biodiversidad tiene muchas caras. El mismo aumento de temperatura que reduce el
hábitat natural del oso polar está estresando a muchas especies de anfibios de
las selvas tropicales. En las áreas de clima mediterráneo, siempre al borde de
la desertización, un grado extra de temperatura ya es todo un desafío para
animales y plantas. En las zonas templadas, el adelanto de la primavera está
descolocando a muchas especies que habían emparejado su destino al de la
floración y fructificación de los árboles.
"Sorprendentemente, no he encontrado un efecto
del grupo taxonómico sobre el riesgo de extinción", comenta un Urban que
ha dedicado cinco años a analizar la creación científica sobre este tema. Como
muestra en su trabajo, publicado en la revista Science, no hay
especies más preparadas o más vulnerables ante el cambio climático. La
excepción a esta norma son las endémicas. Ya sea por su delicada situación
actual (escaso número, reducida variabilidad genética...) o por lo reducido de
su hábitat, los animales y plantas endémicos tienen un riesgo extra de
desaparecer frente a las demás que Urban estima en un 6%.
Donde sí hay diferencias es en la distribución
geográfica de las extinciones. Aunque la desaparición de especies será un
fenómeno global, la mayoría de los estudios analizados señalan que las zonas
más afectadas serán América del Sur, Australia y Nueva Zelanda. El impacto será
menor en el hemisferio norte. Pero, como lamenta Urban, no ha encontrado
demasiados estudios para el caso de Asia y aún menos para África.
"Mi estudio no puede determinar las
razones exactas de estas diferencias regionales", aclara este experto en
biología evolutiva. "Sin embargo, América del Sur, Australia y Nueva
Zelanda albergan muchas especies con reducida distribución, lo que implica que
ya tienen hábitat reducidos que podrían desaparecer más fácilmente",
explica. En el caso de las dos últimas, además, su carácter insular supone que
las especies más dinámicas no podrán trasladarse a otras zonas a medida que el
calentamiento altere sus ecosistemas originales.
El trabajo de Urban no pone fecha de caducidad a las
especies, así que los porcentajes obtenidos no implican que vayan a desaparecer
en este siglo. "Son procesos que pueden llevar más tiempo", recuerda.
Pero de lo que sí está convencido es que el cambio climático, además de llevar
a la extinción de muchas especies en el futuro, está acelerando su final.
Extinciones del pasado para ver el
futuro
La revista Science publica también esta semana otro estudio que
busca en el pasado pistas para determinar el riesgo de extinción de las
especies a las que les ha tocado vivir en la era del cambio climático provocado
por los humanos. Los investigadores se remontaron 23 millones de años atrás
para ver qué animales son más vulnerables a las alteraciones climáticas. Aunque
este trabajo se centra en los ecosistemas marinos, sus conclusiones casi calcan
las de Urban.
La investigación, que se basa en el registro fósil,
muestra cómo los animales con una distribución geográfica menor son los que
mayores tasas de extinción tuvieron en el pasado. De nuevo, el factor de riesgo
del endemismo. Como en el estudio anterior, también comprobaron que la
extinción tiende a ser mayor en unas zonas que en otras.
"Nuestro objetivo era diagnosticar qué especies
son vulnerables en el mundo usando el pasado como guía", escribe en una
nota el biólogo de la Universidad de California Berkeley y coautor del estudio,
Seth Finnegan. Sobre esa base, los investigadores señalan que delfines,
ballenas y focas, todos mamíferos, tienen una mayor probabilidad de extinguirse
que los tiburones o los corales. Los bivalvos, por ejemplo, tienen una décima
parte de riesgo que los mamíferos.
En el mapa que han dibujado con sus conclusiones sobre
el impacto de los humanos en los ecosistemas marinos vuelven a aparecer entre
los más perjudicados los de los mares que rodean a Australia y Nueva Zelanda, a
los que se añaden el mar Caribe y la vida del océano Antártico. De nuevo, es el
norte del planeta el que sale mejor parado.
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