Una de las facetas más conocidas de los hongos, además del valor culinario, es su valor medicinal, no en vano en medicina tradicional China llevan usándose durante milenios. Pero la mayoría desconoce otra faceta no menos importante, que es la asombrosa capacidad que tienen algunas especies de hongos de metabolizar compuestos tóxicos como plaguicidas, colorantes industriales y derivados del benceno a compuestos menos tóxicos e incluso inocuos, como CO2 y el H2O eliminando su biodisponibilidad y con ello el riesgo para el resto de seres vivos.
Estos hongos, conocidos familiarmente como los hongos de la pudrición blanca, son capaces de degradar la celulosa y la lignina, que es un compuesto estructural muy resistente de la pared celular de las plantas y cuya estructura química es similar a diversos contaminantes ambientales. Ello es debido a la presencia de un potente cóctel enzimático inespecífico que estas especies excretan al sustrato para digerirlo e alimentarse de él.
En general son especies saprotróficas fáciles de cultivar, capaces de colonizar diferentes sustratos mientras existan residuos lignocelulósicos y tolerantes a ph bajos y elevadas concentraciones de contaminantes. Entre ellas encontramos: Pleurotus ostreatus, Pleurotus eryngii, Trametes versicolor, Bjerkandiella adusta, Fomes fomentarius, Phanerochaete chrysosporium, Pycnoporus cinnabarinus, etc.
Como curiosidad comentar que Alethia Vázquez Morillas et col. de la Universidad Autónoma Metropolitana de México proponen cultivar Pleurotus ostreatus sobre residuos de pañales desechados para acelerar su proceso de descomposición. De manera natural tardarían años o incluso siglos en degradarse como sugieren algunos estudios realizados en vertederos mientras que en 4 meses Pleurotus ostreatus es capaz de degradarlos por completo.
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