La temperatura global está aumentando a una velocidad cada vez
mayor. Un estudio realizado por investigadores del Laboratorio Nacional del
Pacífico Noroeste de EEUU revela que la Tierra está entrando en un periodo de
cambio climático que probablemente será más rápido de lo que se ha producido de
forma natural durante los últimos 1.000 años. Los resultados del trabajo
suponen una importante herramienta tanto para los científicos como para los
responsables políticos, ya que la aceleración del aumento de temperaturas está
íntimamente relacionada con el tiempo disponible para adaptarse a las consecuencias
del cambio climático.
Tanto
los científicos, como los informadores y los políticos suelen referirse al
calentamiento global en términos de aumento de la temperatura global de la
superficie terrestre. En las cumbres internacionales ya se manejan umbrales de
incremento de 2ºC a partir de los cuales las consecuencias serán más graves e incontrolables. Pero este valor no
es el único que refleja el cambio que la Tierra está sufriendo. Existen otros
valores como las temperaturas locales, los patrones de temperaturas diurnas y
nocturnas en función de la estación del año o las lluvias y tormentas. Y otro
de los parámetros que manejan los científicos del clima son las tasas de cambio
climático, es decir la velocidad a la que las temperaturas cambian en un
periodo de tiempo determinado. Y, normalmente, los periodos que se toman son de
siglos.
La novedad de este trabajo es que ha analizado estas tasas de
cambio en periodos de 40 años, un intervalo de tiempo más acorde al tiempo de
vida tanto de las infraestructuras humanas como al periodo de vida adulta de un
ser humano.
Smith y
su equipo analizaron los datos climáticos existentes y más de 20 modelos
climáticos para simular la variación de temperatura en las próximas décadas.
Las tasas de cambio durante periodos de 40 años durante los últimos 2.000 años
en América del Norte y Europa aumentaron y cayeron hasta 0,2 grados centígrados
por década. Los modelos por ordenador y las reconstrucciones coincidieron en gran medida en
estas tasas de variabilidad natural, indicando que los modelos
proporcionan una buena representación de las tendencias en una escala de 40
años.
A continuación, el equipo realizó un análisis similar utilizando
CMIP pero calculando las tasas de cambio durante 40 años entre 1971 y 2020.
Así, encontraron que la tasa promedio de cambio en América del Norte, por
ejemplo, fue de alrededor de 0,3 grados centígrados por década, una cifra más
alta que la que se puede contabilizar por variabilidad natural.
"La
tasa de cambio climático en la que estamos entrando excede ya lo conocido
históricamente", dice Moreno. "Dependiendo del nivel de mitigación
que los países asuman, estas tasas podrán variar a partir de mediados de siglo,
pero, hasta entonces, el análisis indica que seguirán subiendo y que, al menos
hasta mediados de siglo en el caso de escenarios de mitigación importante, estaremos por encima de lo
conocido", afirma. Y en el supuesto caso de que los
intentos internacionales de reducción de emisiones de efecto invernadero sean
menos ambiciosos, la temperatura seguirá aumentando de una forma acelerada.
El
cambio climático se acelerará en los próximos 40 años en todos los casos,
incluso en escenarios con menores tasas de futuras emisiones de gases de efecto
invernadero. Aún así, los investigadores no pueden decir exactamente qué
impacto tendrá un aumento más rápido de las temperaturas en la Tierra y sus
habitantes. "En estas simulaciones de modelos climáticos, el mundo está ahora empezando a entrar en un nuevo momento en
el que las tasas de cambio de temperatura son consistentemente más grandes que
los valores históricos de periodos de más de 40 años", asegura Smith.
"Necesitamos entender mejor qué efectos habrá y cómo prepararse para
ellos". El propio trabajo concluye que sería necesaria una reducción
importante de la emisión de gases de efecto invernadero para "limitar la
duración y la magnitud de las altas tasas de cambio a largo plazo". "Este nuevo análisis lo que hace es darnos una perspectiva futura de estas tasas comparándolas con lo ocurrido en al menos los últimos 1.000 años, y con particular detalle desde mediados del siglo XIX", explica Moreno. "Mayor velocidad implica menor tiempo para adaptarse y, para algunos organismos, incapacidad de evadirse de los hábitats que les eran favorables pero que, con el tiempo, dejarán de serlo", sentencia.
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