El
futuro de la investigación sobre el cambio climático podría estar entre
Tenerife y Puerto España, en Trinidad y Tobago, las dos orillas del Atlántico.
Un proyecto científico financiado por la Unión Europa investiga desde hace
cuatro años los corales y los sedimentos de los fondos marinos oceánicos a lo
largo de los miles de kilómetros que separan una y otra ciudad. En ellos podría
estar la huella de cambios climáticos pasados y la clave de los
futuros. Datando los corales, observamos que su surgimiento va y viene a lo
largo del tiempo y nuestra hipótesis es que esto está relacionado con períodos
de cambio climático.
En el pasado ha habido períodos en los que el clima
global ha cambiado rápida y bruscamente, y no solo por la actividad del Sol o
la fusión del hielo, sino también por la toma o liberación de CO2 por
parte de los océanos. Reconstruyendo los registros climáticos del pasado
estableceremos cuándo y por qué se produjeron esos cambios climáticos y con qué
consecuencias, lo que nos dará información para establecer modelos con los que
hacer proyecciones del cambio climático en el futuro.
En los océanos hay actualmente más CO2 que
en la atmósfera, unas 60 veces más. Los océanos son un sumidero esencial del
llamado carbono
antropogénico, es decir, el CO2 generado
por la actividad humana. Uno de los riesgos que los científicos están
analizando de cara al futuro es la posibilidad de que el océano invierta su
papel y pase de atrapar CO2 a liberarlo, lo que
podría causar una catástrofe ambiental a nivel mundial.
El proyecto, financiado por la Unión Europea,
investiga cómo evolucionará en el futuro la absorción de CO2 por
los océanos
Por ese motivo, comprender cómo funcionan los océanos
es esencial porque pequeños cambios en ellos pueden tener un efecto muy
profundo en la atmósfera.
Uno de los puntos centrales de investigaciones como
esta reside, precisamente, en la toma del carbón antropogénico por parte de los
océanos, un proceso que está haciendo decrecer el PH de los mismos, es decir,
los está volviendo más ácidos, lo que es devastador para la biodiversidad de
sus ecosistemas..
Uno de esos períodos en los que se produjo un cambio
climático brusco y rápido fue en la transición entre la última glaciación, hace
unos 20.000 años, al más cálido período del Holoceno, que comenzó hace 10.000
años.
La investigación ha realizado grabaciones inéditas de
los fondos marinos para vigilar la evolución ambiental de estos ecosistemas
Durante ese tiempo, el clima no cambió hacia un
calentamiento estable y suave. Los registros climáticos muestran que, al
contrario, los cambios sucedieron en saltos bruscos en una escala de décadas y
no estaban sincronizados entre el hemisferio norte y sur.
Datando
los corales, datando el clima
Para reconstruir el pasado climático de la Tierra, el
equipo liderado por Robinson analiza miles de muestras de corales y de
sedimentos marinos recogidos del fondo del océano Atlántico durante la expedición
científica de 48 días realizada entre octubre y noviembre de 2013 a bordo del
buque James Cook, un nombre que no es fortuito: en junio de 1770, el
explorador británico de dicho nombre se convirtió en el primer europeo en
navegar sobre la Gran Barrera de Coral de Australia, el mayor arrecife de
corales del mundo. Más de dos siglos después, otros corales, los del Atlántico,
pueden ofrecer la clave para comprender el futuro del cambio climático.
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