El Mar Menor visto desde un satélite.
El cierre de Las Encañizadas podría complicar la delicada situación del Mar Menor. El avance de la agricultura intensiva en el circundante campo de Cartagena ha provocado un aumento en el uso de fertilizantes (nitrógeno y fósforo principalmente). Buena parte de estos minerales llegan a los acuíferos y, de ahí, al Mar Menor. Tanto nutriente favorece el crecimiento de algas invasoras como la Caulerpa prolifera y la abundancia de fitoplancton, lo que le da ese tono verdoso a una laguna tradicionalmente cristalina.
Al cóctel hay que añadir las salmueras de las desaladoras y, en especial, la presión turística de cada verano. Tanta materia orgánica e inorgánica acaba por enturbiar las aguas, lo que impide que la luz llegue hasta el lecho vegetal, la base de toda la cadena trófica. "Todo lo que hay por debajo de 1,5 metros se muere", recuerda el investigador del Imida.
Entre mayo de 2015 y el mismo mes de este año, Erena y un grupo de colegas de varias universidades españolas y alemanas, le ha tomado el pulso a la laguna marina. Mediante una sonda han registrado la evolución de los niveles de diversos parámetros, como temperatura del agua, salinidad, oxígeno disuelto, sólidos en suspensión o la concentración de clorofila. Esta concentración es indicador de las floraciones de algas y, por tanto, de uno de los factores principales de la turbidez del agua.
El canal de Las Encañizadas ha pasado de 540 metros de amplitud a 120 metros en apenas una década
"Lo que el estudio de las lagunas costeras y el propio Mar Menor nos ha enseñado es que su estado ecológico, su complejidad y su capacidad de defenderse de las agresiones humanas depende completamente de la conectividad restringida con el mar adyacente", explica el catedrático de ecología de la Universidad de Murcia y presidente del comité de asesoramiento científico del Mar Menor, Ángel Pérez-Ruzafa. "Si la conexión se reduce demasiado las lagunas pierden su productividad y estructura biológica, pero si la comunicación es excesiva, también se pierden", añade este experto en humedales marinos.
Sin embargo, Pérez-Ruzafa cree que el Mar Menor puede salvarse de ser un mar muerto. "Por sus singularidades hidrodinámicas y ecológicas tiene una gran capacidad de autorregulación y recuperación. Su mantenimiento depende precisamente de que sus comunicaciones con el mar Mediterráneo no sean excesivas, pero tampoco se pierdan completamente", sostiene. Y añade: "Si se cortan las entradas de nutrientes y no se hacen dragados o vertidos indiscriminados, se recuperará, como nos mostró esta primavera y principios de verano, pero si no se toman medidas urgentes y estructurales para que la gestión de las aguas y de las actuaciones en la laguna sean las adecuadas, lo perderemos irremediablemente".
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