Ahora, en las ciudades americanas y europeas, las sustancias químicas volátiles procedentes de productos de limpieza y cuidado personal, perfumes, pinturas y pesticidas contribuyen a ciertos tipos de contaminación del aire tanto como los automóviles y los camiones; un hallazgo que sorprendió incluso a los propios autores del estudio.
Los compuestos orgánicos volátiles (COV) contribuyen a la formación de ozono y de las partículas finas del aire que constituyen el esmog (la suciedad de la atmósfera urbana), que está relacionado con problemas de salud, desde el asma hasta enfermedades cardíacas. Históricamente, los automóviles y los camiones han sido los principales responsables de la presencia de estos compuestos, junto con otros contaminantes como los óxidos de nitrógeno. Pero ahora, niveles significativos de compuestos orgánicos volátiles también proceden de los productos domésticos y comerciales de uso común, según un artículo publicado el 15 de febrero en Science.
«Las consecuencias de los productos que uso por la mañana para prepararme para el trabajo son comparables a las emisiones que salen del tubo de escape de mi automóvil», explica Brian McDonald, investigador de la Administración Nacional de la Atmósfera y los Océanos (NOAA), quien dirigió el trabajo. «Creo que eso es lo que sorprende a mucha gente.»
Durante los últimos cincuenta años, las normativas dirigidas a producir vehículos más limpios han reducido de forma importante sus emisiones. Sin embargo, en ciudades notoriamente tóxicas, como Los Ángeles, todavía luchan por cumplir con los estándares de calidad del aire. En 2010, en un extenso esfuerzo de muestreo del aire de la ciudad por parte de la NOAA, se encontraron niveles sorprendentemente altos de ciertos compuestos orgánicos volátiles, los cuales no podían vincularse a los vehículos. Entonces, McDonald y su equipo se propusieron rastrear otras posibles fuentes de contaminación.
Husmeando la fuente
Los investigadores usaron datos oficiales, resultados experimentales y muestras de aire en espacios interiores y exteriores para probar su hipótesis: que los productos químicos contribuyen al esmog. «Tuvimos que recopilar una cantidad abrumadora de pruebas para poder concluir que estas fuentes son importantes», añade McDonald.
Asimismo, el equipo utilizó datos recopilados por la Junta de Recursos del Aire de California sobre la composición química de artículos de uso diario, como productos de limpieza para el hogar, líquidos para los lavados en seco, quitaesmaltes y tintas de impresión. Luego analizaron sus muestras de aire para una amplia gama de compuestos que probablemente se originaron a partir de estos productos. Los investigadores también calcularon la proporción de compuestos orgánicos volátiles de productos, como jabones y productos de limpieza, que terminan en el aire en vez de ser arrastrados por el desagüe.
Según Jessica Gilman, investigadora de la NOAA y coautora del estudio, estos productos químicos difieren de las emisiones de los vehículos de una manera importante. «Están diseñados para evaporarse. Una vez en el aire, los compuestos pueden escapar al exterior, donde una serie de reacciones los transforma en ozono y partículas finas», explica.
El estudio centra la atención en un objetivo emergente para los responsables de diseñar las normativas de contaminación del aire, explica Frank Gilliland, investigador de la Universidad del Sur de California y autor principal de un estudio epidemiológico a largo plazo sobre el impacto de la contaminación atmosférica en la salud infantil. Pero, según el científico, los combustibles fósiles siguen siendo una fuente importante de contaminación. «Todavía se producen efectos sobre la salud, incluso con los camiones diésel modernos. Nos queda mucho por hacer para mejorar las estrategias tradicionales de control de la combustión de combustibles fósiles», concluye Gilliland.
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