FILTRANDO LOS INDICIOS DE UN CAMBIO TERMOEXISTENCIAL
Desastre y muerte, desastre y muerte. Un patrón que se viene revindicando en su propia y sospechosa repetición. No son necesarias más pruebas: el cambio climático, ya sea natural, antropogénico o ambas cosas a la vez, es parte de nuestra insignificante existencia. El juego renacentista de máscaras y disfraces, sin embargo, parece estar en un estado de forma excepcional, aunque esta vez haya habido una interesante variante entre los jugadores. Estoy hablando de Nicholas Stern. Según el ex-economista del banco mundial: "Cuatro de nuestros años más húmedos han ocurrido desde el año 2000, y desde entonces se han registrado también nuestros siete años más cálidos". Lo curioso es la crítica que Stern ha recibido no sólo por parte de sus detractores, sino en boca de sus propios compañeros, entre los que cabe desatacar a su conservador camarada Lord Nigel Lawson, quien se ha mostrado disgustado ante las palabras de Stern, argumentando que no hay suficientes pruebas para vincular las inundaciones recientes al cambio climático. Igual que el asesino de las películas en una sala de interrogatorios. Disculpen la evidencia: desde el tifón que causó 5.700 muertos en Filipinas, los desastres no han cesado en su afán exacerbado por batir récords : desde el clima extremo (frío polar en el este, sequía pertinaz en el oeste) en Estados Unidos el pasado Noviembre hasta ni más ni menos que el mes más caluroso en la historia de Australia o las olas de calor en Brasil y Argentina.
Para concluir, les dejaré en palabras del propio Stern: "Una atmósfera más caliente retiene más agua. Y si encima añadimos una subida del nivel del mar, particularmente en el Canal de la Mancha, esto hace que las tormentas sean más fuertes y que el riesgo de inundaciones en el Reino Unido sea mayor.Si no cortamos las emisiones de CO2, las temperaturas subirán hasta cuatro grados antes de final de siglo y los efectos serán devastadores".
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