martes, 4 de marzo de 2014

Los países del Este se resisten al objetivo de reducción de emisiones de la UE

A la división entre el Norte y el Sur de Europa sobre el rumbo de la política económica de la UE se une ahora una nueva brecha, en este caso entre el Oeste y el Este, sobre la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. El Consejo de ministros de Medio Ambiente de los Veintiocho, del que debería salir un pacto sobre el volumen máximo de emisiones, ha concluido hoy sin acuerdo y, lo que es aún peor, con una fractura aún mayor entre los países de la ampliación —Polonia, República Checa, Hungría, Eslovaquia, Rumanía y Bulgaria—, más dependientes de los combustibles fósiles y reticentes a la reducción del 40% planteada por la Comisión Europea a finales de enero, y los países de Europa occidental, proclives a un acuerdo más ambicioso en la lucha contra el cambio climático.

Al fijar un objetivo de reducción de sus emisiones de CO2 de un 40% en 2030 respecto al nivel de 1990, eliminando el objetivo de eficiencia energética, y al situar el peso mínimo de las renovables en el 27% sin fijar cotas nacionales, el Ejecutivo comunitario trató de reducir sus pretensiones para lograr el apoyo de los países del Este. Polonia —donde cerca del 90% de la electricidad consumida aún tiene origen en el carbón, según datos de 2012—, ha ejercido como líder del grupo de países que consideran los objetivos una amenaza para la competitividad de su industria.


En el lado opuesto, el bloque de países occidentales —que ya tienen parte del camino recorrido, al estar mucho mejor posicionados en penetración de energías renovables dentro de su mix eléctrico—, reclamaron un pronto acuerdo que permita a la UE seguir liderando la lucha mundial contra las emisiones de gases de efecto invernadero. Dentro de este grupo las posturas fluctúan entre aquellos que, como Francia, Alemania, Países Bajos y los nórdicos, aprueban la propuesta de Bruselas pero piden flexibilidad en su aplicación para limitar los daños que el objetivo pudiera infligir sobre el sector secundario, hasta los que como Reino Unido y Suecia abogan por imponer un límite más ambicioso. En concreto, ambos países proponen elevar el objetivo hasta el 50% de reducción en 2030 siempre que la UE logre arrancar un amplio compromiso internacional en esta materia.

FUENTE: EL PAÍS

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