En el pueblo donde dicen que el Ebro se vuelve aragonés,algunos vecinos han dormido esta noche con un ojo en los diques de contención y con los muebles apilados en torres. Novillas, un municipio ribereño de 540 habitantes y dos bares, era el primero de la lista de la provincia de Zaragoza en recibir un río desbordado, después de que el Gobierno de Aragón decretase alerta máxima por una crecida extraordinaria.
Novillas vivió su viernes de vigilia sin histeria porque las riadas aquí son parte de su historia. Pero aunque hablan de la última, que engulló varias calles en 2015, como una hazaña superada, no respirarán hasta que el agua vuelva a su cauce. “Esta vez, por lo menos, estamos más preparados”, asegura el joven Diego Leguin asomando la cabeza por encima del dique- trinchera que protege su calle.
Al caer la noche, mientras señoras con bufandas en la cabeza y la pandilla de universitarios del pueblo se acercaban a observar la orilla que ya había sumergido el campo de fútbol, el bar La Estrella se quedaba sin taburetes. Estaba todo listo para enfrentar la madrugada y la crecida.
Allí se congregaban el capitán de la Unidad Militar de Emergencias (UME), desplazada a la localidad para blindar el casco urbano del agua; el alcalde del pueblo, un exagricultor con una plantación de coliflores; y reporteros de la televisión autonómica. También los vecinos, más curiosos que preocupados, de los pueblos colindantes. “Esto nunca está así de lleno un viernes por la noche. Es que el río acaba convirtiéndose en un acontecimiento turístico”, se sorprendían los paisanos, antes de que el mejor amigo del alcalde, otro agricultor de coliflores, silenciase a todos cantando una jota.
La madrugada pasó sin sobresaltos y el cauce no se desbordó. “Esta avenida no está siendo muy puntiaguda, no ha subido de golpe y no bajará de golpe. Es una crecida lenta”, explicaba este sábado por la mañana el jefe de servicio de Seguridad y Protección Civil del Gobierno de Aragón, Miguel Clavero. Aunque ninguna avenida es igual a otra, el volumen de agua registrado estos días en el río más caudaloso de España venía comparándose al de 2015 y aquella riada–como la de 2003– causó estragos en la región. Pero, hasta el momento, esta crecida se ha quedado por debajo de los caudales y la altura de entonces, mantiene Clavero
A pesar de las nuevas previsiones más tranquilizadoras, los municipios ribereños de Aragón y Navarra continúan en alerta. Contratiempos como la rotura de un dique de contención, como ha ocurrido en Tudela, pueden agravar rápidamente el escenario.
Las autoridades han tenido que desalojar residencias de ancianos, granjas con cientos de animales y urbanizaciones en Zaragoza, pero no ha sido necesario evacuar ningún pueblo entero. Protección Civil del Gobierno de Aragón alerta, sin embargo, para no bajar la guardia. Si fuese necesario, los municipios vecinos situados a mayor altitud ya han acondicionado sus polideportivos para acoger a los desplazados.
La avenida extraordinaria de estos días anegó miles de hectáreas a lo largo de la cuenca y, según el Heraldo de Aragón, muchos agricultores dan por perdidas sus cosechas. Un torrente de agua también arrastró a un pastor de 37 años que murió al intentar cruzar con sus ovejas el río Grío en la localidad de Codos (Zaragoza).
La previsión es que la crecida, de unos 2.500 metros cúbicos por segundo, llegue a Zaragoza capital el domingo por la mañana, donde ya se han cancelado bodas, un espectáculo que iba a celebrarse en la ribera de la ciudad y se ha alterado el recorrido del maratón previsto para ese día.
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