sábado, 27 de enero de 2018

¿La polución perjudica el desarrollo intelectual de los niños?

Algunos contaminantes llegan al cerebro y afectan a las funciones cognitivas en edades de crecimiento.


Los niños y las niñas que viven en ciudades están altamente expuestos a la contaminación atmosférica. Puesto que están en edad escolar, pasan una proporción muy elevada de su tiempo en el colegio, durante las horas del día en que los niveles de contaminación son más elevados. Por otro lado, muchas escuelas se hallan muy próximas a vías de alta densidad de tráfico, lo que suele ser sinónimo de una alta concentración de contaminantes en el recinto escolar e incluso dentro de las aulas.
El cerebro es un órgano vulnerable ante determinados contaminantes, especialmente en edades tempranas, ya que durante las fases prenatal y postnatal se encuentra en plena formación y hasta los 10 años de edad lleva a cabo un desarrollo muy significativo de las funciones cognitivas. Algunos contaminantes, como el carbono negro, son partículas tan pequeñas que pueden llegar hasta el cerebro penetrando en nuestro torrente sanguíneo a través de los alveolos, cuando respiramos, o incluso directamente por vía nasal. Estas partículas pueden producir neuroinflamación u otro tipo de daños en el cerebro.
La memoria de trabajo, necesaria para el aprendizaje, es una de las funciones cognitivas más alteradas por la exposición a contaminantes
En los estudios que hemos llevado a cabo en el Instituto de Salud Global de Barcelona, hemos observado alteraciones en las funciones cognitivas después de la exposición a contaminantes relacionados con el tráfico. Pese que aún no hay evidencias científicas de que estas afectaciones tengan consecuencias a largo plazo, creemos que se podrían traducir en una reducción del potencial cognitivo de los niños y las niñas expuestos. Además, la memoria de trabajo, que es una de las funciones más alteradas tras la exposición, es un buen indicador del aprendizaje y, consecuentemente, del rendimiento escolar. Por tanto, la alteración del desarrollo cognitivo de los niños debida a la exposición a contaminantes del aire podría dar lugar a una situación de desventaja en el futuro.

jueves, 25 de enero de 2018

¿Cómo perdió se desertificó el Sáhara?

A mediados del siglo XIX, durante un viaje entre Trípoli y Tombuctú, el explorador alemán Heinrich Barth descubrió pinturas y grabados sobre rocas que representaban escenas de caza y animales. Estos indicios, datados en entre 5500 y 11.000 años de antigüedad, atestiguan un tiempo en el que el Sáhara presentaba un aspecto muy distinto al de hoy. De hecho, el desierto actual se hallaba cubierto de vegetación tropical y ríos: el Sáhara era «verde». Sin embargo, hace unos 5500 años, la región experimentó una aridificación extraordinariamente rápida, lo que dio origen al desierto tal como lo conocemos hoy. Un equipo internacional, con la participación de Thibaut Caley, del laboratorio Ambientes y Paleoambientes Oceánicos y Continentales (EPOC, centro mixto del CNRS y la Universidad de Burdeos), ha demostrado que a ese cambio contribuyó un descenso de las temperaturas en las altas latitudes del hemisferio norte.

Precedido y seguido por condiciones climáticas áridas, este período húmedo en África, que duró unos 6000 años, resultó excepcional. Sin embargo, se sabe poco sobre cómo terminó, especialmente la velocidad y la sincronía de la aridificación en toda la región del Sáhara y del Sahel. Para aclarar esta cuestión, Caley y sus colaboradores analizaron primero los sedimentos marinos en el Golfo de Guinea. Estaban interesados en la cera que recubre las hojas de las plantas, cuyos restos se acumulan en los depósitos sedimentarios. En estas ceras, la composición de los isótopos estables del hidrógeno permite reconstruir la intensidad del ciclo hidrológico (esta composición puede guardar relación con la del agua de lluvia absorbida por las plantas). Con este indicador, los investigadores han demostrado que la precipitación cayó bruscamente hace entre 4800 y 5800 años en la región de Camerún y del Sahel-Sáhara central. En el noreste de África se ha hecho una observación similar, lo que refleja un fenómeno general. Además, el descenso de cien metros en el nivel del lago Chad hace 5200 años y el aumento de polvo en el noroeste de África hace unos 5500 años también son signos de una gran sequía.

Para entender lo que sucedió, los investigadores estudiaron los fenómenos atmosféricos que contribuyen al aporte de humedad en la región. Las fuentes de humedad del Sahel y del Sáhara son, por un lado, el océano Atlántico y, por otro, el monzón procedente de África Central. Los volúmenes de precipitación y su estacionalidad están modulados por dos corrientes atmosféricas, la corriente en chorro del este tropical (CCET) y la del este africana (CCEA). La primera se desarrolla a gran altura y cerca del ecuador, mientras que la segunda se sitúa a cotas más bajas pero más al norte. Si la CCET se ralentiza, las condiciones son más áridas y, a la inversa, una CCEA más fuerte causa condiciones secas.

Pero ¿qué fenómeno pudo haber alterado ambas corrientes en chorro para provocar la aridificación del Sáhara? La respuesta podría hallarse en las altas latitudes del hemisferio norte. De hecho, muchos indicadores muestran que las temperaturas de verano en la región que se extiende desde Groenlandia hasta el mar de Noruega habrían descendido hace entre 5000 y 6000 años. Ello podría deberse a la desaceleración de las corrientes del océano Atlántico que traen agua caliente y salada desde bajas latitudes hacia el norte (conocida como circulación termohalina) o a una expansión del vórtice polar del hemisferio norte, que trae viento frío más al sur.

Para entender cómo este fenómeno pudo haber influido en las condiciones climáticas del Sáhara, los investigadores usaron un modelo numérico del clima que reproduce las condiciones de la época con un enfriamiento de entre 0,5 y 2,5 °C del Atlántico Norte. Los investigadores han demostrado que las anomalías de temperatura debió de manifestarse hasta el norte de África, lo que tendría por efecto una ralentización de la CCET y, como consecuencia, una reducción de la precipitación. Además, la caída de las temperaturas del suelo en el Sáhara también impediría el ascenso del monzón hacia el norte, lo que llevaría a una disminución de las precipitaciones en el Sahel. Los investigadores también han demostrado que estas condiciones debieron de reforzar la CCEA, lo que acentuaría aún más la aridificación de la región.

Por lo tanto, un cambio en la temperatura en latitudes altas del hemisferio norte pudo haber desencadenado un efecto de cascada que al final llevaron a la desaparición desertización del Sáhara. En términos más generales, como señala Caley, «este trabajo también respalda la hipótesis de que los cambios futuros de temperatura en las altas latitudes del hemisferio norte podrían tener importantes repercusiones en el ciclo hidrológico del Sáhara y, en consecuencia, en la gente de esa región».

El influjo de la Luna en las erupciones volcánicas



A lo largo de la historia, ciudades enteras han quedado sepultadas bajo la lava tras las repentinas erupciones de volcanes. Las ruinas de Pompeya, cerca de Nápoles, son uno de los mejores testimonios de cómo el Vesubio y otros gigantes de la naturaleza son capaces de acabar con la vida en un instante. En la actualidad, hay una treintena de volcanes en el mundo en erupción. Este miércoles, el Mayon, en Filipinas, ha escupido una columna de cenizas de cinco kilómetros de altura que elevó a 61.000 el número de personas desplazadas desde que el 13 de enero comenzó a emitir lava.Aunque llevan mucho tiempo intentándolo y tienen algunas pistas, los científicos siguen sin poder determinar con exactitud cuándo una de estas montañas va a entrar en erupción. "Cuando las erupciones son muy grandes e involucran ascenso de magma a la superficie, normalmente se ven señales, aunque no se puede saber el momento en el que va a entrar en erupción. Suelen ser sismicidad, deformación, variación en las emisiones de gases o cambios en la señales de gravedad. Pero las erupciones de tipo freático, que son aquellas en las que básicamente se produce una explosión de gas, son mucho más difíciles de predecir que las que involucran magma", explica Társilo Girona, investigador del Jet Propulsion Laboratory de la NASA. Este físico alicantino de 32 años es el autor principal de un estudio que demuestra que los ciclos lunares influyen en los sistemas volcánicos y y sugiere que es posible anticipar su actividad siguiendo la de las mareas. Los detalles de su investigación se publican esta semana en la revista Scientific Reports. «No hay un patrón concreto de erupción», señala en conversación telefónica con EL MUNDO desde California. "La del volcán filipino de Mayone empezó siendo freática, pero la explosión de gas derivó en magmática".Según relata, su objetivo era estudiar si había alguna correlación entre los ciclos de las mareas y la actividad volcánica pues desde hace mucho tiempo se ha intentado determinar si existía. 

martes, 23 de enero de 2018

Así es Oma, el bosque encantado del País Vasco



Si quieres descubrir uno de los lugares con más magia de España sigue leyendo. Hablamos del Bosque de Oma, o Boque Pintado, escondido en Cortézubi (Vizcaya). El embrujo de este paisaje se remonta a principios de los años 80, cuando el artista local Agustín Ibarrola quiso reflejar la realidad social del momento a través de 47 obras. Las leyendas en torno a la magia se apoderan de este rincón haciendo de él un sitio único donde conjugar arte naturaleza en una misma experiencia. Hay disponibles visitas guiadas, pero lo más recomendable es perderse entre sus árboles coloreados sin ser consciente del paso del tiempo.


Escondido en un emplazamiento privilegiado, entre la villa de Guernica, la costa cantábrica y el estuario de Urdaibai, declarado Reserva de la Biosfera por la Unesco, este no es un pinar cualquiera. Para llegar es necesario atravesar una vegetación exhuberante, gran protagonista del paisaje, solo interrumpida por un par de caseríos olvidados y el galope de caballos salvajes, los únicos acompañantes en este misterioso recorrido.
Pero el verdadero encanto comienza en la boca del bosque, cuando el visitante se mimetiza con las obras, calificadas de "museo al aire libre" por el propio autor. Un total de 47 representaciones de figuras animales, humanas y geométricas se extienden a lo largo de siete kilómetros, que se pueden recorrer en un entretenido paseo que despierta los sentidos.
Muchas de las obras solo son visibles desde una determinada perspectiva, uniendo varios troncos en el horizonte, indicada por unas flechas en el suelo. Este divertido ejercicio es ideal para disfrutarlo en familia, aprovechando el día para visitar la Cueva de Santimamiñeel yacimiento arqueológico más importantes de Vizcaya, que se encuentra en el mismo lugar donde empieza el recorrido hacia el bosque. Otros puntos de interés son la loma del monte de San Miguel de Ereñozar o el refugio para animales de Basondo.
El descenso termina sobre un riachuelo que baña este entorno natural. Este es el rincón perfecto para ver cómo los últimos rayos de sol atraviesan los troncos e inundan de luz naranja el escenario, una despedida a la altura de la obra que invita a volver tantas veces como sea posible. Porque siempre se descubrirá una perspectiva diferente. Cosas de los bosques encantados..
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Un equipo científico enfría agua hasta 43 grados bajo cero sin enfriarla

En el laboratorio, el agua se puede enfriar muy por debajo de cero grados centígrados sin que congele. Teóricamente hasta 48 grados bajo cero, si está completamente libre de impurezas, pero nadie ha llegado a esa cifra. A temperaturas tan bajas, las moléculas de H2O pierden energía y se empiezan a ordenar en tetraedros, de manera que el mínimo contacto con una superficie o la presencia de una minúscula partícula que actúe como núcleo precipitan la formación repentina de una estructura cristalina: el hielo. Quienes estudian este fenómeno llaman “tierra de nadie” a la fase líquida del agua por debajo de -40ºC, por la dificultad de acceder a ella experimentalmente. Ahora, un equipo internacional de físicos ha logrado enfriar agua líquida hasta 43 grados bajo cero, y lo demuestra con un método original muy preciso para medir la temperatura.
El estudio, que aparece en el último número de la revista Physical Review Letters, no es un mero pasatiempo. El agua subenfriada —como se llama cuando permanece en estado líquido por debajo del punto de congelación— existe en la naturaleza, y su presencia influye en la cantidad de radiación solar que absorbe la Tierra. “Existen gotas minúsculas de agua subenfriada a temperaturas que alcanzan los 238 K [unos -35ºC] en las nubes más altas de la atmósfera. Una descripción precisa de la formación del hielo atmosférico podría ayudar a desarrollar modelos climáticos más fiables”, escriben los autores.
Para el experimento inyectaron un hilo finísimo de agua pura en una cámara de vacío. Al agitar la boquilla de la fuente con una frecuencia determinada, el tren de agua se rompe en gotitas idénticas, de unas seis micras de diámetro. Según viajan por la cámara, a 72 kilómetros por hora, las gotas van menguando por evaporación superficial. Como esto ocurre a costa de la energía térmica encerrada en el agua, la temperatura de las gotas disminuye dramáticamente conforme estas pierden volumen. Así, el líquido que entró a temperatura ambiente alcanza los 43 grados bajo cero en apenas unos centímetros de viaje. Finalmente se congela, antes de chocar contra la pared de la cámara.
Los científicos calcularon la temperatura de las gotas en cada punto del trayecto —con un error de 0,6 grados— iluminándolas con un haz láser focalizado y analizando el espectro de luz dispersado por el agua. Las gotas de agua líquida son esferas perfectas debido a su tensión superficial; esto hace que amplifiquen ciertas frecuencias lumínicas (que son resonantes con su diámetro) pero no otras, dando unos picos característicos en el espectro de dispersión que permiten calcular muy precisamente su dimensión. “Por el tamaño sabemos cuánta agua se va evaporando, y con esto sabemos el enfriamiento que ha tenido que producirse”, explica el investigador del Instituto de Estructura de la Materia (IEM-CSIC) José María Fernández, que es uno de los autores del estudio.
Cuando los picos desaparecen del espectro de luz, los científicos saben que el agua se ha congelado, porque la estructura cristalina del hielo produce fracturas y caras poliédricas en la esfera que rompen la resonancia de las ondas lumínicas. “El agua es un líquido con propiedades muy anómalas por la estructura de puentes de hidrógeno que se forma entre las moléculas”, dice Fernández, “pero no se dispone de una explicación detallada a nivel molecular”. Estos puentes de hidrógeno son los que permiten que el agua sea líquida a temperatura ambiente cuando, por la posición de sus elementos (oxígeno e hidrógeno) en la tabla periódica, cabría esperar que fuese gas, como el amoníaco (NH3) o el ácido sulfhídrico (H2S).
El estudio del agua subenfriada pretende esclarecer la naturaleza de estas estructuras moleculares, que dan al H2O las extraordinarias características que permiten la vida en la Tierra. Entre sus propiedades “anómalas”, el agua es una sustancia prácticamente única por ser menos densa en estado sólido que líquido, lo cual ha permitido preservar la vida bajo las superficies heladas de las grandes masas de agua durante las glaciaciones. También afecta a la vida terrestre porque el hielo que flota sobre los océanos apenas modifica el nivel del mar.

domingo, 21 de enero de 2018

CULTIVOS QUE ABRAZAN LA PARED

¿Qué chef que se precie no ha soñado alguna vez con tener un huerto dentro de su propio restaurante? Esto es ahora posible gracias a un proyecto agrotecnológico que busca mejorar la calidad de los productos que comemos instalando huertos verticales en restaurantes y otros establecimientos gastronómicos de la Comunidad de Madrid.


Un jardín vertical.


Estos huertos interiores, que ocupan el mínimo espacio, permiten cultivar hortalizas de hoja (variedades de lechuga, acelgas, kale, pak choy, mizuna, mostaza roja etcétera), hierbas aromáticas (albahaca, menta, hierbabuena, cebollino, cilantro y perejil) y flores comestibles. Achipámpanos trabaja con cultivo hidropónico que tan solo requiere de agua, luz y nutrientes. Las plantas crecen en torres verticales -una tecnología de origen estadounidense denominada ZipGrow Tower- que permite sustituir el sustrato por un compuesto elaborado a partir de plástico reciclado. "Con este sistema podemos hacer un uso más eficiente de la luz y sobre todo del agua, las pérdidas se reducen de un hasta un 50%", apunta Saiz. Y prosigue: "Evitamos el uso de pesticidas y productos agroquímicos, y controlamos las plagas con métodos tradicionales o productos orgánicos".
De momento, Achipámpanos está presente en Mama Campo (Calle de Trafalgar, 22), Pepita y Grano (Calle de Santa Engracia, 77), La Salvia de Añastro (Calle de Añastro, 25) y en dos puestos de frutería del Mercado de Vicálvaro (Calle de San Cipriano, 11). La instalación -de la que se encargan ellas- cuenta con un depósito de agua con la cantidad necesaria para regar el huerto y una pequeña bomba para filtrarla. Achipámpanos se encarga también del control y ajuste de los niveles de nutrientes -incorporados en el riego-. En el caso de que el local no cuente con luz natural suficiente, se instala una luz de LED para su utilización únicamente de noche. "El cliente solo tiene que escoger las variedades de planta que quiere y nosotras instalamos el huerto con el producto listo para consumir", aclara Sagrario.
El invernadero de Achipámpanos se encuentra en La Veguilla, Boadilla del Monte, a escasos 20 kilómetros del centro de Madrid, donde realizan una labor de integración empleando a personas con discapacidad intelectual.
Además de establecimientos gastronómicos, Sagrario y Saiz quieren llevar estos huertos verticales a centros escolares y comunidades de vecinos -ya han realizado una experiencia piloto en Mirasierra-. Y pronto introducirán también técnicas de acuaponía, un tipo de producción basada en la simbiosis entre plantas y peces.

Mucho calor en un planeta sucio

Emisiones de una planta eléctrica en Nueva York (EE UU), el 18 de enero.

Llevamos todo enero haciendo balances de 2017, pero todavía quedaba uno de los más importantes y deprimentes: la temperatura media del planeta. La Organización Meteorológica Mundial, que utiliza datos de la agencia oceánica atmosférica estadounidense, la NASA, los servicios meteorológicos británico y japonés y el programa Copérnico de la Unión Europea, ha confirmado esta semana que 2017 ha sido uno de los años más calurosos desde que hay registros, con una media que supera en 1,1ºC a la de tiempos preindustriales. Léelo enMateria, y recuerda que el objetivo acordado en París por casi todos los países del mundo es que a finales de este siglo no se supere un incremento de 2ºC desde tiempos preindustriales. Estamos consumiendo deprisa ese margen, y empezando a ver los desastres climáticos, incendios catastróficos, ciclones, inundaciones y sequías que acompañan el calentamiento mundial.

La única buena noticia sobre el cambio climático es, probablemente, el incremento de la percepción pública sobre este problema acuciante, sobre todo entre las capas más jóvenes de la población. Es cierto que esto no basta para encauzar el problema, pero desde luego es un prerrequisito. Primero, porque buena parte de la solución tiene que venir de comportamientos personales más sostenibles, desde usar el transporte público hasta instalar placas fotovoltaicas en el tejado. Y, segundo, porque los gobiernos occidentales seguirán sin entrar en vereda mientras sus ciudadanos no les aprieten las tuercas por todos los medios a su disposición, empezando por retirarles el voto. O convertimos el cambio climático en un problema político central o acabaremos todos en el planeta Marte.
Y recordemos también que el calentamiento del planeta es solo un factor, aunque esencial, del problema mucho más amplio del medio ambiente global. De poco servirá reducir las emisiones de gases de efecto invernadero si seguimos contaminando los ríos y los acuíferos con toda clase de residuos tóxicos, acidificando las aguas litorales o saturando los océanos de plásticos de vida media poco menos que eterna en comparación con la humana; si nuestros hábitos alimentarios insostenibles no solo persisten, sino que los exportamos al mundo en desarrollo con característica euforia globalizadora; si no ayudamos a esos mismos países a adoptar unas prácticas agrícolas e industriales sostenibles. Con la inteligencia política que observamos a nuestro alrededor, es obvio que nos queda una larguísima tarea por delante. Pongámonos ya.

La hiena manchada vuelve a Gabón después de 20 años desaparecida

Un ejemplar de hiena manchada.

Una hiena manchada, una especie considerada desaparecida localmente, apareció de nuevo por primera vez en 20 años en el parque nacional de las Mesetas Batéké, en el sureste de Gabón, ha anunciado la Agencia Nacional de Parques Nacionales de Gabón (ANPN) en un comunicado.
"La hiena manchada, que quizá se dispersó desde el parque nacional de Odzala-Kokua, en el vecino Congo, fue descubierta con la ayuda de imágenes tomadas con trampas fotográficas en el marco de un estudio sobre la fauna de Batéké", según el comunicado.
El animal pasó por delante de la cámara el 25 de octubre de 2017, afirmó Philippe Henschel, de la ONG Panthera, que se encarga de la protección de los felinos.
En 2015, una captura de video de un león macho "suscitó un interés mundial", al tratarse del primer gran carnívoro que regresó a Batéké, recordó la ANPN.
Otra especie protegida, el gorila, también está presente en el parque gracias a la labor de la fundación Aspinall, que lleva 20 trabajando para la reintroducción de este gran mamífero en la zona.
Las especies protegidas de este parque, creado en 2017, suelen ser víctimas de los cazadores furtivos.
Gabón, situado en África central, está compuesto en casi un 80% por bosques y cuenta con 13 parques nacionales, además de zonas marinas protegidas.

Una exposición recrea los efectos del cambio climático sobre la ciudad.


Las fuertes lluvias han inundado las calles de Barcelona. El mar llega hasta los pies de Montjuïc y embarcaciones de emergencias circulan apresuradas ante el aviso de una descarga de 300 litros por metro cuadrado. Protección Civil desplaza un dron puerta a puerta que recomienda quedarse resguardado. Neones y proyecciones multicolor visten al estilo de un Piccadilly Circus londinense evolucionado el cruce de calles de la plaza España. La policromía contrasta con un cielo gris oscuro. Es el reflejo del estado de ánimo de unos barceloneses ataviados con vestidos que parecen de astronauta para protegerse de la crítica y hostil situación. Una voz femenina despotrica de un reclamo turístico de Reino Unido que promete, allí, sol y playa durante todo el año. “Me tiene frita”, gruñe.

Según los modelos que estudian el cambio climático, las avenidas de agua en Barcelona de entre 0,8 y 1,2 metros pueden ser frecuentes en 2068. Lo contó ayer Manuel Cermerón, comisario de la exposición The Zone of Hope (La Zona de la Esperanza). 

Unas gafas y grupos de sensores en las extremidades trasladan al visitante a escenarios apocalípticos avalados por “una realidad científica que no podemos obviar”, asevera Cermerón, que añade que es necesario “generar un sentimiento de urgencia”. El objetivo de la experiencia, es hacer que los ciudadanos se comprometan a luchar contra el calentamiento global.

La Organización Meteorológica Mundial ha informado de que los tres últimos años han sido los más cálidos de la historia desde que hay registros. El montaje cuenta con varias puertas virtuales que trasladan al visitante a 2038, 2068 y 2093. En la primera parada se aprecia el deshielo del Ártico, causa de la inundación de Barcelona de 2068. La visión de la realidad paralela es en 360 grados y la experiencia inmersiva también tiene en cuenta el tacto y simula las sensaciones de frío y calor.

Concluida la inmersión, el abatimiento es general. Un audiovisual donde líderes mundiales dicen que otro futuro es posible intenta dar la vuelta al disgusto. Lo consigue en cierto modo, sobre todo si uno obvia que Donald Trump llegó a calificar el cambio climático de “engaño”. La última parada es en una pantalla que da ideas para combatir el fenómeno con gestos cotidianos. El futuro aún no ha llegado.

jueves, 18 de enero de 2018

"David" arrasa los Paises Bajos

Como podéis ver en el mapa de frentes facilitado por AEMET (Agencia Estatal de Meteorología) los fuertes vientos asociados a una profunda borrasca denominada DAVID han causado la muerte de varias personas y cuantiosos daños materiales en Holanda, Bélgica y también el norte de Alemania.

martes, 16 de enero de 2018

El cohete que dejó una estela de asombro y belleza

Una mujer hace una foto del cohete Falcon 9 en Apple Valley, California, el pasado 22 de diciembre.
Hubo quien creyó que era una visita extraterrestre y se apresuró a proclamarlo en redes sociales, pero lo que realmente surcó el cielo de California el pasado 22 de diciembre fue un cohete, el Falcon 9 propiedad de la empresa SpaceX de Elon Musk, recién lanzado para poner en órbita diez satélites de la empresa Iridium Communications en su última asignación del año.

Además de asegurar el éxito de la misión, que la compañía comunicó ayer, el cohete dejó a su paso por la atmósfera un regalo visual en forma de nube elíptica que quedó inmortalizado en cientos de fotos y vídeos caseros con broma incluida como la que tuiteó el propio Musk. La estela del cohete y su combinación con la luz del crepúsculo produjo formas insólitas que el fotógrafo Jesse Watson pudo capturar con un timelapse que había planificado con cierta antelación.

domingo, 14 de enero de 2018

El turismo y la agricultura se preparan ante el cambio climático

No hay vuelta atrás. El progresivo aumento de las temperaturas no tiene freno y 2017 confirmó que los termómetros han escalado en Cataluña 1,5 grados centígrados por encima de la media climática. Además, no llueve lo que debería. Hay sectores y actividades que sufren especialmente las consecuencias del calentamiento atmosférico y buscan soluciones para no perecer víctimas del cambio climático. Es el caso de la industria turística, en especial la relacionada con el esquí, y de la agricultura, sobre todo el sector del vino. Algunas bodegas se plantean ya desplazar los viñedos más al norte para no perder calidad.

El sector del vino se plantea llevar más al norte los viñedos.



Scott Pruitt es un hombre tan tibio con las cuestiones medioambientales que logró ser el escogido por Donald Trump para dirigir la Agencia de Protección del Medio Ambiente. Las consecuencias que tiene el cambio climático son tan patentes que incluso un descreído como Pruitt ha señalado esta semana que es “indudable” que el clima padece alteraciones. La temperatura de la superficie terrestre y oceánica de la Tierra en 2017 se situó casi un grado centígrado por encima del promedio del siglo XX. En España, 2017 fue el año más cálido desde 1965, cuando comenzaron los registros de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET). También fue el segundo más seco. En Cataluña, la temperatura media anual superó en medio grado la del periodo de referencia 1961-90. El Servicio de Meteorología de Cataluña destaca que la anomalía fue más marcada en algunas zonas del Prepirineo y en puntos del litoral, sobre todo de la provincia de Barcelona. Allí, la temperatura media anual ha llegado a superar en 1,5 grados centígrados la media climática.
La imparable escalada de los termómetros tiene consecuencias en todos los ámbitos, pero algunos sectores las sufren más. Miguel A. Torres, presidente de Bodegas Torres, avisa de que la viticultura tiene un serio problema a la vuelta de la esquina. “El aumento de temperaturas provoca que la vendimia se avance, lo que a su vez conlleva un desajuste entre la maduración de la uva, que marca el grado de alcohol del vino, y la maduración fenólica, es decir, la de aquellos componentes que nos van a aportar la mayor parte de aromas de un vino”. El desbarajuste, añade, conlleva consecuencias para la calidad de los vinos. Lidiar con el progresivo caldeo de la tierra no plantea una solución sencilla: “Habrá que plantearse desplazar los viñedos más hacia el norte o a mayor altura para buscar temperaturas más frías”, dice el bodeguero.
Albert Estella es el director de la estación. Estos días celebra una nevada que ha dejado más de medio metro de nieve fresca, pero recuerda que hace dos campañas vivió “la peor temporada” en los más de 40 años de historia que tiene la estación. Por escasez de nieve, Port del Comte no pudo abrir hasta el 23 de enero y, cuatro semanas más tarde, apenas seguían en funcionamiento el 50% de las instalaciones.
Estella indica que en el Forat de la Bòfia, un histórico glaciar de la zona, desde hace cinco años no hay ni rastro de hielo. Y pone de relieve que, sin máquinas de nieve artificial, “costaría mantener la estación abierta”. Los cañones posibilitan tener en las pistas una óptima base de nieve, más duradera que los copos naturales, pero también exigen que el tiempo acompañe: cuanto más frío hace —siempre por debajo de cero—, y menos humedad hay, más calidad tiene la nieve producida y más eficaz es el sistema.

9 propósitos para un año nuevo sostenible.


El comienzo de un nuevo calendario puede ser una buena excusa para poner en marcha hábitos cotidianos sostenibles, como reciclar, ahorrar agua y energía...Traemos nueve propósitos que no deben faltan en su lista para vivir este año de manera más sostenible.

1. Ahorrar agua

Nuestro país se enfrenta a la peor sequía en casi 40 años si no llueve lo suficiente este invierno. Hasta el momento, estamos en la peor sequía desde 1995.

Aunque el 80% del agua lo consume la agricultura, nuestros actos deben evitar el derroche de agua, a través del ahorro, arreglando fugas, duchándose, usando el lavavajillas y no lavando a mano, etc.

2. Electricidad verde

No malgastes luz. Aprovecha al máximo la luz natural y apaga las lámparas cada vez que salgas de casa. Sustituye las bombillas por unas de bajo consumo o led, que optimizan la energía.

Además, es posible cambiar a una compañía suministradora de electricidad que provenga solo de fuentes renovables, esta es una decisión que tiene muchas ventajas de carácter social y ambiental.

3. Alimenta la sostenibilidad

Según datos de la ONU, la ganadería es el sector que más gases de efecto invernadero emite (18%), después del transporte (22%). En este sentido, un estudio dirigido por la Universidad de Oxford en 2014 concluyó que las emisiones de CO2 de las personas vegetarianas son un 50% menores de las de quienes consumen carne a diario. No se trata de dejar de comer carne, pero sí de no hacerlo a diario.

En cuanto al pescado y el marisco hay opciones en el mercado para hacer una elección responsable. El sello MSC certifica que los productos procedentes de pesca extractiva proceden de una pesquería bien gestionada.

4. Evitar el desperdicio

Alimentar la sostenibilidad y evitar el desperdicio. A través de la planificación de menús y las compras de forma consciente.

5. Reciclar más y mejor

Entre todos tenemos que interiorizar la regla de las 3R y ser conscientes de que los residuos pueden tener una segunda vida. La ciudadanía de nuestro país está cada vez más concienciada con el medio ambiente, tal y como reflejan los datos de Ecoembes,que promueve la economía circular a través del reciclaje.

6. Transporte público y movilidad sostenible

Olvida los atascos utilizando el transporte público. O, si necesitas coche, compártelo. La posibilidad de que varias personas usen el mismo coche supone un 40% menos de CO2 frente al uso particular.

7. No al derroche energético

Calienta tu hogar y no el planeta: una temperatura confortable en invierno se sitúa en unos 18- 21°C. El abuso de la calefacción acarrea el derroche energético y un gasto de recursos innecesario. Cierra siempre las ventanas mientras uses la calefacción, intenta preservar el calor y apágala cuando no sea necesaria.

Cuando el calor aprieta, lo aconsejable es que el aire acondicionado no supere los 12 grados de diferencia con la temperatura exterior. Una temperatura estable entre 24 y 26 grados es suficiente para sentirnos más frescos y no gastar demasiada energía.

8. Sé voluntario ambiental

Miles de personas participan cada año en proyectos de voluntariado que organizan diferentes organizaciones ambientales. Muchos de estos proyectos se basan en acciones sobre el terreno en favor de la biodiversidad, como los más de 1.500 árboles y arbustos que voluntarios de WWF plantaron este año simultáneamente en 13 puntos de España para  reclamar mayores esfuerzos en la restauración de los bosques autóctonos.

9. No sin bolsa de tela

Cuando vayas a comprar, acuérdate de llevar siempre tu propia bolsa reutilizable. Los españoles consumimos 8.476 millones de bolsas de plástico cada año, una media de unas 180 por habitante y año, el equivalente a una cada dos días. Como Decreto de reducción del consumo de estos elementos, su entrega gratuita quedará prohibida a partir del próximo 1 de marzo.

lunes, 8 de enero de 2018

Los mares empiezan a quedarse sin oxígeno, pero pocos los perciben como un problema.

La cantidad de agua del océano abierto sin ninguna cantidad de oxígeno ha aumentado más de cuatro veces en los últimos cincuenta años a causa del incremento de las temperaturas, según un estudio publicado en la revista Science.


La cantidad de agua axónica (esto es, carente de oxígeno) en nuestros océanos se ha multiplicado por cuatro durante los últimos 50 años, y el número de ‘zonas muertas’ en la costa ha aumentado de 50 a 500 en ese mismo período. Y a medida que esta situación persiste en el tiempo y se agrava, los mares se acidifican y ven deteriorada su capacidad de albergar fauna, flora y microorganismos. Incluso las especies que no mueren o huyen por la falta de oxígeno sufren más enfermedades y alteraciones en su capacidad de reproducción.
Estos son, al menos, los datos de un estudio internacional que publicaba esta semana la revista Science. Los investigadores señalan como principal responsable de este fenómeno de desoxigenación al cambio climático generado por la acumulación de gases de efecto invernadero, aunque también repercute negativamente el vertido de residuos humanos y de fertilizantes.
"Los principales eventos de extinción en la historia de la Tierra han estado asociados a climas cálidos y océanos deficientes en oxígeno", explica la directora del grupo de investigación, Denise Breitburg (del Centro de Investigación Ambiental Smithsoniano). “Si seguimos en la trayectoria actual, es hacia donde nos dirigiríamos.
Pero las consecuencias para los humanos de permanecer así son tan terribles que es difícil imaginar que llegaríamos tan lejos: este es un problema que podemos resolver. Detener el cambio climático requiere un esfuerzo global, pero incluso las acciones locales pueden ayudar“, y señala que la aplicación de mejores prácticas agrícolas y la reducción de vertidos han permitido recuperar el ecosistema de Chesapeake Bay (Estados Unidos) y del río Támesis (Reino Unido).