domingo, 9 de febrero de 2014

FUNGI: EL GUARDIÁN CLIMÁTICO OLVIDADO


Siempre nos han enseñado que, en cuanto al suelo, son las plantas la mayor variable que interviene en la regulación del dióxido de carbono y, por consecuencia, en el clima genérico del planeta.  Bien, pues parece ser que ésto no es así.
Sí es cierto que ya sabíamos que los hongos, al tener una importancia crucial en el ciclo de la materia, intervenían en la conservación y maduración de los ecosistemas. Pero, lo más curioso es, si realmente están directamente relacionados con las plantas y la materia orgánica, difícilmente no tendrían una relación, aunque ésta fuera indirecta, con el dióxido de carbono.
Un estudio reciente, realizado por Colin Averill, Adrien Finzi y Benjamin Turner (Universidades de Texas, Boston y el STRI de Panamá, respectivamente) apunta a que son los hongos y no las plantas, los verdaderos almacenes de dióxido de carbono planetarios. Y  no han sido tenidos en cuenta en los modelos climáticos empleados para realizar pronósticos sobre el calentamiento global.
Algunas especies de hongos, entre las que cabe destacar las pertenecientes a las comunidades de micorrizas ericoides y ectomicorrizas, son capaces de almacenar un 70% más de carbono por unidad de nitrógeno en el suelo (respecto a la cantidad estándar establecida sin contar con su influencia en el mismo). Al aprovechar formas orgánicas de nitrógeno a partir de fuentes de materia orgánica muerta, limitan las poblaciones de bacterias que, prosperando en presencia del nitrógeno, liberan  gran cantidad de dióxido de carbono a la atmósfera.
El resultado: más carbono en el suelo, menos carbono en la atmósfera.

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