sábado, 14 de febrero de 2015

La contaminación ahoga al régimen chino.

La contaminación del aire, de los ríos y las tierras de cultivo en China es de tal magnitud que no solo amenaza el crecimiento económico y la salud pública: también la estabilidad política. El creciente descontento social ha convertido el combate a la polución en prioridad política del Gobierno de Xi Jinping.
El 1 de enero entra en vigor una nueva versión de la Ley de Protección Medioambiental, la principal en este ámbito, que prevé multas mucho más fuertes a quienes contaminen y a los funcionarios que lo toleren.
Durante una semana, los cielos habitualmente sucios de la capital fueron de un azul brillante. Para garantizar un aire prístino durante la reunión, las autoridades impusieron medidas como la prohibición de circular a la mitad de los vehículos de la capital cada día y el cierre de fábricas en 200 kilómetros a la redonda.
El azul no es el color habitual del cielo en la mayor parte de China. El ex ministro de Sanidad Chen Zhu calculaba en enero pasado que cada año mueren prematuramente entre 350.000 y 500.000 chinos debido a la contaminación.
Y no es solo el aire. Según ha admitido el Gobierno, el 20% del suelo de cultivo está contaminado, al igual que el 60% del agua en superficie, algo que ha comenzado a impactar una economía que se ralentiza. El malestar de la población del país con respecto a la polución es cada vez mayor, algo tangible en las redes sociales y en las frecuentes manifestaciones de protesta por motivos medioambientales.
Los efectos en la economía y el descontento social han obligado al Gobierno a reaccionar.
En septiembre de 2013, China lanzó un amplio plan nacional de lucha contra la contaminación. Y en marzo pasado el primer ministro, Li Keqiang, declaraba la “guerra a la polución”, que aseguraba que se combatirá “con el mismo vigor con que nos enfrentamos a la pobreza”.
Las medidas parecen haber comenzado a arrojar cierto fruto. Un estudio de Greenpeace indica que en el primer semestre de este año la contaminación en Pekín descendió casi un 10% con respecto al año pasado. El consumo de carbón que representa dos tercios de la cesta energética china descendió este octubre por primera vez en la historia moderna.















FUENTE:EL PAÍS.

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