viernes, 18 de octubre de 2013

El alma del bosque


Casuarius mirando

 

Mirada penetrante, una morfología única y un efecto inmenso en los bosques del norte australiano.
 
Esta ave, la segunda más grande después del avestruz, aunque esta diferencia se vea acrecentada a nuestra vista: los Casuarios (Casuarius Casuarius en este caso) caminan de forma inclinada, a diferencia del ave africana.
En el bosque lluvioso de Daintree, los casuarios, actualmente en peligro "gracias" a la deforestación y el expansionismo urbanístico, fragmentando y disminuyendo su hábitat natural, único y de un valor incalculable. Y es que el hábitat del casuario no es un bosque usual: es, ni más ni menos, un fragmento del antiguo continente Gondwana, la mezcla por hoy inimaginable de Australia y la Antártida. En los bosques lluviosos del norte de Australia se hallan los descendientes de la antigua flora que hace más de 100 millones de años dominaba las extensas tierras de Gondwana. Un tesoro mágico e incalculable en su valor, un árbol evolutivo viviente y de cristal. El papel del casuario: mantener viva esa flora. Sin él, el tesoro se vería dañado y transformado con el paso de los años.
 
El gran ave negro-azulada es el principal frugívoro de los bosques como Daintree: un único adulto es capaz de ingerir cientos de frutos y bayas al día. Y su delicada digestión, única de la especie, provoca una "excreción afrutada" llena de semillas que, tras el proceso de digestión, quedan intactas. Conforme el azul va deambulando por el bosque, bañándose en ríos , bebiendo en ellos y defecando, el casuario va diseminando las semillas por todo el bosque. Semillas de plantas que, de otro modo, verían reducidos sus dominios e incluso, en el caso de Ryparosa Kurrangii, llegarían a desaparecer.
Por eso el afán de ciudadanos y conservacionistas experimentados por habilitar corredores de hábitat para el ave.
 
A medida que muere el bosque, muere el casuario. Un tesoro mágico y de cristal.

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